Había una vez un conejo llamado ‘’Juan Tul’’ quien sostenía con sus manos el techo de una cueva.Un día pasó La Ardilla por la cueva y observo a Juan Tul y entablaron la siguiente conversación
Ardilla: Juan Tul¿Qué haces?
Juan Tul: Pues como ves estoy sosteniendo el techo de esta cueva
Ardilla: ¿Estás cansado?
Juan Tul: Sí, bastante
Ardilla: Si quieres puedo ayudarte
Juan Tul: Me harías un gran favor porque ya no aguanto más
La Ardilla se coloco en el lugar de Juan Tul y permaneció en ese lugar por varias horas. Pero de repente se dio cuenta que todo se trataba de una broma por lo que decidió bajar las manos y salir de la cueva.
Días después se encontró a Juan Tul y le dijo: me engañaste la otra vez. Por lo que de una manera sorprendida le respondió Juan Tul: jamás he estado en la cueva de la que hablas. Llevo meses de estar en este zacatal y estoy muy cansado. ¿Porqué no me ayudas un poco? A lo que la Ardilla le respondió: Claro que sí.
Juan Tul le echo encima los hatos más grandes de zacate y se fue. La ardilla no soporto el gran peso y como pudo se coloco de pie y pensó: "Otra vez me ha engañado".
En el camino volvió a encontrarsecon Juan Tul y le dijo: No volverás a engañarme. Con este bejuco te voy a dar una paliza a lo que Juan Tul respondió: ¡Que estás diciendo! Desde pequeño vivo junto a este árbol y nunca me he apartado de el, no sé de qué hablas.
La Ardilla molesta le respondió: de todas formas tendré que castigarte.
Juan Tul le contesto: ¿Por qué me vas a castigar? Si lo haces no podrás tener las piñuelas que están allí ¿Despreciarás las piñuelas? La Ardilla emocionada exclamo: ¿Dónde? Y Juan Tul le contesto: ¿Qué no las ves? ¡Están allí, justo a la orilla del camino! Mientras la Ardilla buscaba las piñuelas, Juan Tul desapareció.
Otra tarde la Ardilla tropezó con Juan Tul entablando una conversación:
Ardilla: Hola Juan Tul
Juan Tul: Yo no soy Juan Tul, acabo de salir del bosque que está del otro lado del camino.
Ardilla: Entonces ¿Me darás un poco de agua? ¡Vengo sedienta de tanto correr!
Juan Tul: ¡Por supuesto! Toma mi calabazo está lleno de agua, puedes beber todo lo que quieras.
La Ardilla estaba muy sedienta y bebió de golpe todo el contenido del calabazo. Cuando tomó aliento cayó de bruces pues lo que había tomado era aguardiente. Entonces Juan Tul, muerto de risa, le dijo: Vieja borracha, ahora alcánzame si puedes. Y echó a correr.
Cuento Maya
Autor: Manuel Pérez Báñez
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